NO AL VETO DE LA LEY DE FINANCIAMIENTO UNIVERSITARIO

Pensamos mucho como titular esta nota porque nos gusta la creatividad, la escritura fuera de las líneas. Es sólo que, cuando un ataque es tan grande, cuando la agresión es tan manifiesta, la respuesta debe ser igual de lineal. Y es que este gobierno, que gusta de nombrar próceres liberales como Roca, Sarmiento o Alberdi, no hace más que atacar de modo sistemático el país que ellos imaginaron. 

Lo bueno de ser una revista de la Carrera de Comunicación es que podemos dar cuenta de procesos sociales. Entonces, por ejemplo, podemos contar de forma escueta ciertos procesos que hacen a la constitución identitaria argentina. Porque sí, la educación pública hace a lo que somos como país desde el origen ¿Quieren destruir el Estado? Perfecto, pero no lo hagan en nombre de Roca que aumentó un 160% la burocracia estatal porque confiaba en que un Estado fuerte era el camino para construir un país fuerte. ¿Quieren atacar la educación? Háganlo, pero no sean cobardes, háganse cargo ustedes y, de paso, dejen de nombrar a Sarmiento. La educación pública no sale de un repollo,  es parte constitutiva de este país, si no lo saben, les contamos. Para finales del siglo XIX, y bajo la insignia de los grandes acuerdos liberales que moldearon esa primera Argentina, nuestro país recibió millones de inmigrantes. No es una exageración, literalmente llegaron unos 8 millones de inmigrantes europeos de los cuales unos 4 millones se quedaron acá. En apenas 45 años la población argentina se multiplicó casi cuatro veces ¡4 veces!

Vieja escuela que en mi infancia / diste luz a mi existencia, / hoy revive en tu presencia/ mi vida de colegial[1]. De golpe, una Nación incipiente, recibe un aluvión de idiomas, de culturas, de tradiciones ¿Cómo se construye un país en esas condiciones? Bueno, los liberales de la época, encabezados por Roca y Sarmiento, lo tuvieron claro: con educación. La ley 1420, de educación común, es de 1884 y tuvo como objetivo construir una identidad, un sistema moral, un país. A la escuela vamos todos, la educación en este país que se está formando es pública y gratuita. La educación era la estrategia para unir lo diferente y crear un país. 

Estudiantes, estudiantes, / juventud, fuerza y candor; / sois la vida palpitante, / sois del alma la ilusión[2]. Apenas unos años después, en Córdoba, una revuelta estudiantil pasó a la historia por cambiarlo todo: la Universidad no puede depender de los gobiernos, el conocimiento no puede ser regulado. Con el radicalismo, la clase media ve la oportunidad de acceder a la Universidad, pero se encontraron con que las universidades eran, además de obsoletas, excluyentes. Estaban pensadas para las élites. Así las cosas, los estudiantes exigían reformas y tomaron la universidad, iniciando un conflicto que duraría meses y que contó con apoyo del movimiento obrero de Córdoba.  Resultado: una reforma que implica autonomía universitaria, libertad de cátedra, cogobierno universitario (con participación estudiantil), investigación, extensión y, sobre todo, una Universidad ligada a la sociedad. Ahí apareció el modelo universitario que nos vuelve reconocidos en todo el mundo. Otra vez, una identidad construida desde la educación. Otra vez, los liberales buscando abrir caminos ante el pensamiento conservador, que invita siempre a la quietud que implica decir que todo es obvio y sujeto a una interpretación única.

“La viejita lo soñaba doctor… / pero el mozo se quedó en la esquina, / sin fortuna, sin gloria y sin fe.” [3]En 1949 el gobierno que lo cambió todo transformó también la Universidad de forma casi definitiva; mediante el decreto presidencial 29337 Juan Domingo Perón decreta la gratuidad de la Universidad pública argentina que, además, pasa a ser considerada como un derecho fundamental. En pocas palabras el peronismo se hace cargo de la idea de “mi hijo el doctor” y transforma el sistema para que los hijos e hijas de los trabajadores puedan llegar. En 1945 había unos 45000 estudiantes, para 1955 el número pasó a 140000. En Argentina, la universidad es pública, no arancelada, masiva y de calidad. Y se legitima así una idea clave de nuestra identidad como Pueblo: el ascenso social, la idea de que no importa dónde nazcas, se puede estudiar y construir un futuro. No es que eso sea necesariamente así, no somos naif ni mucho menos, para buena parte de los hijos e hijas de los pobres  la universidad puede ser inaccesible, es cierto. El tema es que, tan cierto como eso, lo es que, en este país como en ningún otro, hay hijos de pobres en nuestras aulas. Hay abogadas, médicos, comunicadores, contadores, arquitectas, sociólogos, ingenieras que nacieron y crecieron en barrios populares y eso, le pese a quien le pese, es la Universidad argentina.

“Y paso a paso / se viene el Cordobazo / unidos y adelante / obreros y estudiantes” [4]

Y esa composición de nuestros claustros nos hace únicas en el mundo. Porque la Universidad argentina contiene a las hijas y los hijos del pueblo. Por eso es también molesta para todos los gobiernos, sean del color que sean, porque tiene atado su destino a los del Pueblo. Por eso la noche de los bastones largos en el ‘66, por eso el Cordobazo en el ‘69, por eso el ensañamiento de la dictadura con docentes y estudiantes, por eso la obsesión de Menem que nos quiso mandar a lavar los platos intentando la privatización, primero, con el desfinanciamiento, la asfixia y la intervención encubierta bajo la Ley de Educación Superior, después. Porque la Universidad piensa, critica, cuestiona y, sobre todo, se defiende. Y eso es molesto.

No es una cuestión económica, el ataque de este gobierno es al concepto mismo de la Universidad, a su esencia, a su potencialidad. No les interesa una universidad masiva, les molesta que la Universidad se resista a repetir lo que ellos quieren. Donde nosotros y nosotras vemos oportunidad, ellos ven gasto. Porque nosotros y nosotras, al menos, no pensamos la Universidad en términos de eficiencia, no. Eso es ser pacato. La pensamos en términos de eficacia y vaya si es eficaz la Universidad pública. Es enormemente eficaz porque te cambia la vida, no importa si no podés terminar, si el trabajo hace que tardes diez años, si metés una materia por año o directamente hay un año en que no te da. La Universidad te cambia la vida por el simple hecho de transitar por sus aulas. Te regala la pregunta, el cuestionamiento. Respuestas tiene cualquiera, la respuesta no mueve pensamiento; pero la pregunta transforma el mundo; te cambia.

En resumen, podríamos repetir que sin Universidad pública no hay Houssay, ni Leloir, ni Milstein, ni Saavedra Lamas, ni Pérez Esquivel, ni Cortázar, ni Griergson, ni Pastoriza, ni Favoloro, ni insulina, ni barbijos inteligentes, ni satélites, ni estrellitas culonas, ni un etcétera que podría ser eterno. Pero la clave de todo es que sin Universidad Pública (y sin educación pública) lo que no tenemos es la posibilidad concreta de ascenso social y desarrollo hacia una sociedad más justa. Y acá en Zigurat hay hijos de obreros, una hija de encargado de edificio, de maestras, de quiosqueras, un nieto de una nena que trabajó en una zafra, algún futbolista que no llegó y una bailarina que tampoco, algún escritor frustrado, pero nos une que todas y todos pudimos estudiar y nos gusta que así sea. Por eso NO AL VETO, y por eso todas y todos a la marcha. Así de fácil, así de simple.

 

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[1] Vedani, C. F. (letra), & Nasso, R. (música). (1930). Vieja escuela de mi barrio [Canción]. En J. De Caro (Intérprete). https://www.youtube.com/watch?v=IMAFJ803HIA

[2] Romero, M. (letra) & Viladomat, J. (música). (1922).

[3] Manzi, H. (letra) & Gutiérrez, H. (música). (1942). El hijo triste [Canción]. En Orquesta de Francisco Canaro. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=XXXXX

[4] Piña, C. (2023). El Cordobazo [Canción]. Interpretado por Alex Macía. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=IMAFJ803HIA